miércoles, 4 de enero de 2012

Yo le regalé una báscula a mi madre por reyes


Qué fáciles eran aquellos tiempos en los que un cuadro hecho con macarrones era el motivo de la mayor de las sonrisas de tu madre. Esos años en los que decirle a tu padre que era él, el señor con bigote que habías pintado en tu dibujo, era  el mejor de sus regalos navideños.  ¿Por qué los que antes eran felices aceptando manualidades de macarrones y palillos (las cuales desaparecían misteriosamente y descubrías al cabo de los años cogiendo polvo en el trastero); son ahora los que están a punto de desheredarte al grito de “vaya hijo he criado” o “te parecerá normal  regalarme eso”?


Para los rezagados como yo que acaban de descubrir que faltan dos días para el temido seis de enero. Para aquellos negados que elegir regalos les supone un verdadero quebradero de cabeza, - y por qué no decirlo -  un martirio. Para vosotros, los que habéis regalado una faja a tu abuela, un destornillador a tu padre, o una mesa de madera a tu hermana pequeña.

Este post va dedicado a todos nosotros, un homenaje para los más incomprendidos en estas fechas de regalos. No nos avergoncemos, somos muchos, no estamos solos. Es más, levantemos la cabeza y sacando pecho confesemos  con orgullo el “mejor regalo” que hemos hecho en vuestra vida.

0 comentarios: